
Un verdadero bunker antinflacionario donde se refugian calzados y ropa de los años ‘70 y ‘80, acorazados por valores inexplicablemente bajos. Queda en Los Hornos, La Plata. Entran de a 10 personas y tienen 15 minutos para conseguir algo en las cajas. Las zapatillas de nenes arrancan en $300 y las de adulto en $800.
La madrugada de los sábados son todo un acontecimiento en el barrio, los viajeros en el tiempo, empiezan a llegar a partir de las tres o cuatro de la madrugada y algunos antes, en busca de ese número o ese lugar en la fila que le da acceso a una experiencia única, aunque la única experiencia que buscan es la de encontrar un par de zapatillas a buen precio.
La modalidad de ingreso es más parecida a la del servicio penitenciario que a la de un local comerciales, la gente espera en la vereda y desde atrás de la reja los organizadores piden que se vayan agrupando por tandas, según los números que tienen. Se abre la puerta y van llamando de a uno para atravesar el “primer control de seguridad”. Ingresan a un pulmón, dónde todavía siguen en el 2022, allí viene la fase del “cacheo”, las personas deben dejar sus bolsos o mochilas y se les entrega una bolsa para que guarden sus compras. La tanda de 10 clientes que ingresan, tienen 15 minutos para sumergirse en el pasado.
“Este es el fenómeno Alpargatas. Llegamos a este depósito y nos encontramos con mercadería que estaba guardada hace muchísimo tiempo. Y lo abrimos para que la gente aproveche”, contó un organizador.
Esto trascendió Los Hornos y viene gente de todas partes. Llegan los nostálgicos, que quieren alguna prenda específica de su niñez o ropa vintage, los que no pueden comprar calzado por su valor y buscan una opción más económica y aquellos que compran para la reventa.
Los precios son totalmente ridículos. Las zapatillas de niños arrancan en 300 pesos y las de adulto en 800, una diferencia abismal con lo que valen en cualquier otro comercio. Para una familia que tiene varios hijos, es una alternativa con la que se pueden ahorrar mucha guita.
“Yo compro para revender en la feria de Bosques, la gente me pide que lleve cosas baratas. A estas zapatillas que compré por trescientos, yo las quiero vender a quinientos. No quiero matar a la gente con el precio, yo he andado con zapatos grandes, sé lo que es”, comentó una clienta. Ella juntó como pudo 39 mil pesos para poder invertir en la feria depósito, sacó de la pensión de su hija y vendió ropa que ya no usaba.
Como normalmente pasa en la Argentina, todos quieren buscar provecho de la situación. Al ver tanto movimiento, los vecinos, se las ingeniaron para armar su propio rebusque. Desde la kioskera que ahora abre su local los sábados a las cuatro de la mañana, hasta los pibes de la esquina que se pusieron a vender choris.
Lo irónico de esta situación es que se chocan dos mundos. Porque una vez que salís del galpón, un choripán o una gaseosa te cuesta más que el par de zapatillas.
Fuente: Tn.com.ar