En un completo informe, el periodista Bruno Martínez, para revista Litigio, detalla el avance de la investigación que precisa saber qué pasó con Cecilia Strzyzowski y que involucra la recolección de pruebas, las hipótesis y la situación de los detenidos.
La resolución de la prisión preventiva firmada el jueves pasado por el Equipo Fiscal Especial contra los siete imputados visibilizó por primera vez de manera oficial el cúmulo de pruebas y testimonios con los que se cuenta hasta ahora en la causa por el femicidio de Cecilia Strzyzowski. La hipótesis de los fiscales respecto de cómo se desarrollaron los hechos, un testimonio clave sobre la metodología utilizada para descartar el cuerpo, los movimientos en la casa de los Sena y las dudas que surgen con respecto a la participación de Marcela Acuña y Emerenciano Sena, algunos puntos destacados.
Una aclaración preliminar: la causa por el femicidio de Cecilia Strzyzowski está en plena instrucción. Aunque sea una obviedad, esto es importante de aclarar porque significa que en esta etapa de la investigación todavía pueden aparecer nuevas pruebas e indicios y sumarse testimonios. Además, no hace falta que exista un grado de certeza que aleje del escenario de la duda razonable para mantener tanto las imputaciones como la detención preventiva de los imputados. Esta etapa sólo requiere un grado razonable de probabilidad que el hecho y las participaciones criminales hayan ocurrido del modo que plantean los acusadores públicos y privados.
Dicho lo anterior, van algunos datos: la resolución de la prisión preventiva firmada el jueves pasado por el Equipo Fiscal Especial contra los imputados César Sena, Emerenciano Sena, Marcela Acuña, Gustavo Obregón, Fabiana González, Gustavo Melgarejo y Griselda Reinoso visibilizó por primera vez de manera oficial el cúmulo de pruebas y testimonios con los que se cuenta hasta ahora en la causa por el crimen de Cecilia.
El relato de la fiscalía de cómo se dieron los hechos, un testimonio clave sobre cómo descartaron el cuerpo, los movimientos en la casa de los Sena y las dudas con respecto a la participación de Marcela Acuña y Emerenciano Sena, son algunos de los puntos más destacados del escrito de más de 200 páginas.
Sobre la fragilidad del móvil
De acuerdo a la acusación del Equipo Fiscal Especial, César Sena y sus padres planificaron el asesinato de Cecilia a finales de mayo de 2023, sin fecha precisa.
Si bien en declaraciones periodísticas, el fiscal Cáceres Olivera dijo que el móvil del crimen fue económico (Cecilia le habría pedido plata a Marcela para separarse de César, no hubo acuerdo y por eso “el clan Sena” decidió matarla), en el escrito de la prisión preventiva no está plasmado nada de esto. O no al menos de un modo accesible, claro y contundente, más no sea como razonamiento de los fiscales.
De hecho, esa misma resolución menciona que César y Cecilia iniciaron el trámite de divorcio el 20 de septiembre de 2022, a sólo cuatro días de contraer matrimonio, trámite que concluyó con la sentencia de separación fechada el 21 de diciembre de 2022, con la firma de la jueza, Laura Varela. Entonces, ¿por qué Cecilia le pediría dinero a Acuña? ¿En qué se basa la fiscalía para sostener esta afirmación? Este punto aún no queda claro.
Prosiguiendo con el relato del Equipo Fiscal Especial, compuesto por Nelia Velázquez, Jorge Gómez y Jorge Cáceres Olivera, Cecilia fue engañada para llevarla a la casa de los Sena y allí asesinarla. Para esto le hicieron creer que viajarían junto a César a Ushuaia, con la promesa de iniciar una nueva vida, con casa propia, con trabajo en planta del gobierno de Tierra del Fuego y con un sueldo de 350 mil pesos.
Hasta el momento, vale aclarar, no surge que Marcela Acuña haya hecho esta promesa a Cecilia ni a César. Cecilia y su familia solamente escucharon sobre este plan de viajar al sur de la boca de César. ¿Pudo entonces César haber planificado todo y el resto lo encubrió? Es una posibilidad real pero que no se encuentra plasmada en el escrito de los fiscales.
El relato de la fiscalía continúa al señalar que el 2 de junio de 2023 a las 9.16, César ingresó junto a Cecilia al domicilio de sus padres ubicado en la calle Santa María de Oro 1460, en Resistencia. Según el Ministerio Público Fiscal, entre las 12.13 y las 13.01, Emerenciano Sena, Marcela Acuña y César Sena llevaron a cabo el asesinato.
No se sabe cómo ocurrió. Al no haber cuerpo, es casi imposible determinarlo. Sí, hay indicios. Una de las sospechas apunta a una presunta maniobra de asfixia realizada por César Sena, quien practicaba artes marciales mixtas. Esto tuvo un antecedente: en octubre pasado, Cecilia le había confiado a un amigo que su pareja le aplicó una toma similar en medio de una discusión la cual la dejó muy asustada. “Vi pasar la vida delante de mis ojitos”, le confió Cecilia a su amigo, hoy testigo de identidad reservada.
Esto cerraría en sí mismo si no existieran rastros de sangre que se encontraron en un colchón y una parrilla de una cama que estaban en la casa de los Sena y que fueron donados a una familia del barrio Emerenciano días después del crimen, por orden de Marcela Acuña. Resta determinar si esa sangre pertenece a Cecilia. Y, en caso de constatarla, confirmar si se utilizó algún elemento para ocasionarle la muerte, algo que todavía no se encontró.
Posteriormente, a las 16.58, el chofer de la familia, Gustavo Obregón, llegó al lugar en su automóvil Citröen C4 de color gris, mientras que a las 17.12, Fabiana González, mano derecha de Acuña, llegó en su motocicleta. Según el Equipo Fiscal, ambos ingresaron a la vivienda de los Sena para colaborar en la tarea de eliminar evidencias y rastros del escenario del crimen.
Luego, a las 19.27, César Sena y Gustavo Obregón cargaron el cuerpo de Cecilia en la cajuela de una camioneta Hilux de color blanca para dirigirse hacia el campo Rossi, ubicado en una zona rural entre las localidades de Puerto Tirol y Tres Horquetas, donde se encuentra el criadero de animales de los Sena, conocido como “chanchería”.
Con la colaboración del cuidador del campo, Gustavo Melgarejo, y su esposa, Griselda Reinoso, procedieron a incinerar el cuerpo con el fin de hacerlo desaparecer por completo. En la resolución, no se aclara, pero la sospecha sobre Melgarejo y Reinoso apunta a que ellos, como cuidadores del lugar, fueron los encargados de echar leña constantemente durante varios días a la fogata para reducir a cenizas el cuerpo de Cecilia.
Marcela Acuña y Emerenciano Sena
Hay una verdad incómoda. El Ministerio Público Fiscal y las querellas tendrán que demostrar que tanto Emerenciano Sena como Marcela Acuña participaron activamente del crimen y no fueron meros encubridores.
De lo contrario, si ocurre esto último, el jurado popular que deberá juzgarlos probablemente los declarará no culpables. O, en el mejor de los casos (para el Ministerio Público Fiscal y las querellas), se trasladará esa discusión al momento del juicio de cesura, con un resultado similar: Emerenciano y Marcela serían declarados culpables de encubrimiento agravado por el jurado popular, pero el juez técnico determinaría que no tienen responsabilidad penal alguna.
¿Por qué? El inciso 4° del artículo 277 del Código Penal establece que “están exentos de responsabilidad criminal los que hubieren obrado en favor del cónyuge, de un pariente cuyo vínculo no excediere del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad o de un amigo íntimo o persona a la que se debiese especial gratitud”.
Es decir que Marcela y Emerenciano, en tanto padres del presunto femicida, podrían haber participado del encubrimiento, ocultar pruebas y mentir, pero aun así su accionar no sería punible.
Lo que hay hasta el momento es que Acuña y Emerenciano Sena habrían estado en la casa en el momento en que ocurrió el femicidio. Y que, al menos Acuña, sabía que en el lugar se cometió un crimen y ayudó a encubrirlo. No hay, al menos en esta etapa de la investigación, otro indicio que sostenga la participación activa de los dos en el femicidio de su nuera.
César Sena, el más complicado
Las pruebas que se relatan en la resolución del Equipo Fiscal Especial son particularmente lapidarias contra César Sena, quien se encuentra imputado por homicidio premeditado triplemente calificado por el vínculo, por femicidio y por el concurso de dos o más personas. Es el más complicado en esta causa.
Algunas de las pruebas en su contra son las siguientes: fue el último que estuvo con Cecilia aquella mañana del viernes 2 de junio; horas después de la presunta hora del crimen, César tenía arañazos en su cuello y su brazo izquierdo, las cuales se vieron en imágenes de una actividad proselitista realizada en Colonia Elisa que fueron compartidas en las redes sociales por los propios integrantes del Movimiento Emerenciano.
Tras el asesinato, manipuló el celular de Cecilia y lo llevó consigo en todo momento hasta que lo desactivó cuando Gloria Romero, mamá de la joven, pidió una prueba de vida; mintió diciendo que estaba en Buenos Aires junto a Cecilia, cuando nunca había salido de la provincia; mintió al decir que Cecilia se había fugado con un amante estando en Buenos Aires y por eso no contestaba los mensajes a su familia.
Hizo búsquedas particularmente truculentas en YouTube, antes y después del homicidio (“Un asesino siente remordimiento”, “reacciones de criminales al escuchar su sentencia”, “muertes violentas y el destino del alma” y “la mente de un asesino”, fueron algunas); su propia madre, Marcela Acuña, quien antes de su detención lo defendía a capa y espada, ahora lo responsabiliza del femicidio (“¿Por qué, si fue César responsable, nos incriminan a nosotros?”, se defendió en una carta enviada a los medios) y el testimonio de Gustavo Obregón, su chofer.
El relato de Obregón
El imputado que más detalles aportó sobre el proceso de desaparición del cuerpo de Cecilia fue el chofer, Gustavo Obregón. Lo hizo a través de dos declaraciones en calidad de imputado. La primera fue el 16 de junio (tres días antes se abstuvo de declarar) y la segunda el 20 de junio.
Comenzó su primera declaración al recordar que a las 17 le llegó un mensaje a su WhatsApp del número de Marcela Acuña. “Andá a ver a casa, parece que hay un cuerpo y tengo miedo porque a César lo vi lastimado, nosotros estamos por salir con Emerenciano, nos vamos al barrio”, fueron las palabras de Acuña, según Obregón.
A las 17.30 llegó hasta la casa de los Sena, en Santa María de Oro 1460, a bordo de su Citroën C4 color gris. Sólo estaba una señora que cada tanto iba a planchar. Obregón le preguntó si vio algo raro y ella le dijo que no. Comenzó a revisar la casa: miró el baño, una, dos piezas. No encontró nada. En la tercera sí se topó con algo, que él describió como “un bulto largo, envuelto, que no tenía forma. Por lo que vi parecía un cuerpo”.
Al ver eso, según su relato, salió de la casa para confirmarle a su jefa lo que vio. “Sí, señora, parece que hay un cuerpo”, le escribió a Acuña. “Esperalo a César, no le digas nada porque no quiero que se asuste, y si tenés que hablar con Fabiana (González, su pareja), hablá; pero que no se entere de esto Emerenciano y decile a la señora que se vaya”, habría sido la respuesta de Acuña, refiriéndose a la mujer que planchaba.
Minutos más tarde, Fabiana González llegó a la casa en su moto. Obregón le mostró lo que él vio y ella decidió irse del lugar rumbo al barrio Emerenciano, para hablar con Acuña en persona de lo que estaba sucediendo en su casa. Obregón se quedó a esperar a César.
Media hora más tarde llegó César Sena en su camioneta Toyota Hilux blanca, la misma que utilizó para pasar a buscar a Cecilia en el barrio 500 viviendas de Barranqueras la noche anterior. Lo acompañaba la directora del Jardín de Infantes del Barrio Emerenciano. Ella ingresó a la casa, buscó su mochila y se subió al Citroën para que Obregón la acerque hasta el barrio Emerenciano.
Obregón fue hasta el barrio y volvió a Santa María de Oro 1460. “Gusti, ayúdame a sacar esto, tenemos que ir al campo”, le dijo César haciendo alusión al cuerpo envuelto en la frazada y a la chanchería de los Sena.
Según el relato de Obregón, en un primer momento no lo quiso ayudar. Entonces, César le ordenó traer bolsas de basura para ponerlas en la caja de la camioneta. Obregón las trajo y cuando llegó vio que el cuerpo envuelto que sería de Cecilia estaba en el suelo, justo atrás de la camioneta. Ahora sí decidió ayudarlo: cada uno tomó la frazada de una punta, lo subieron a la caja y pusieron sobre él varias bolsas con residuos.
“Traé el bidón que está atrás, vamos a llevar nafta”, fue la orden de César a Obregón. Con el bidón, con el cuerpo y con la basura, partieron el Citroën y la Toyota hasta la estación de servicio YPF ubicada en la intersección de las avenidas Hernandarias y Marconi, frente al Cementerio Municipal. Obregón se bajó a llenar el bidón; César lo esperó a unos 100 metros.
Luego, se dirigieron hacia avenida Alvear donde empalmaron por ruta 11 hasta llegar al kilómetro 1017: la entrada del campo de los Sena en Tres Horquetas. En total, hicieron unos 19 kilómetros.
Al llegar al lugar, Gustavo Melgarejo, el cuidador, no se encontraba. No había nadie, según Obregón. Cesar se bajó de la camioneta, tomó el bidón que le dio Obregón y se dirigió a unos 150 metros de la casa de Melgarejo, donde había una gran cantidad de leña.
“Cuando llego, César ya había apilado todo lo que llevó: las bolsas y el bulto, y ya había prendido fuego. Si ese bulto era el cuerpo de Cecilia, ahí fue el último lugar”, relató Obregón.
Se quedaron aproximadamente media hora y luego se fueron a una actividad proselitista en la localidad de Barranqueras, donde estaban realizando unas pintadas: esa noche cenaron un guiso. Obregón dijo que no comió casi nada por todo lo que había sucedido. A César se lo veía tranquilo. “Tenemos que ir a jugar un pool”, le habría propuesto César a Obregón.
Bolsas en el Carrefour
En su segunda declaración, Obregón se dedicó a detallar lo que ocurrió los días posteriores. El martes 6 de junio, cuatro días después de la incineración del cuerpo, Cesar Sena volvió a contactarlo. Esta vez fue en persona, en el barrio Emerenciano, al mediodía, mientras Obregón se encontraba trabajando en una obra. “Gusti, cuando terminás de hacer tus cosas tenemos que ir al campo; pasame a buscar por casa”, le habría dicho el hijo de Emerenciano.
Para las 13, Obregón pasó por la casa de los Sena, para recoger a César, quien le indicó que tenían que comprar bolsas de residuos. A esa hora, plena siesta chaqueña, casi todos los comercios estaban cerrados salvo los hipermercados. Partieron rumbo al Carrefour de avenida Ávalos y Lavalle, en Resistencia. Obregón bajó a comprar las bolsas; César esperó en el auto.
A las 14.30 llegaron al campo Rossi. Pidieron una pala ancha al cuidador Melgarejo, y caminaron hacia el lugar donde incendiaron el cuerpo. “Ahí llegamos, yo le abro las bolsas a César y el comienza a cargar las dos bolsas, con la pala, juntando las cenizas desde el medio de la quema. Cuando se cargaban las bolsas, en ningún momento vi huesos grandes, pero si podía observar que había huesos chiquititos”, relató Obregón. Luego decidieron ir hasta el río Tragadero, justo detrás del campo, donde arrojaron el contenido de las dos bolsas y luego las quemaron.
Ese mismo día, pero a las 20, César lo volvió a contactar. Esta vez dijo que lo pase a buscar por Mosconi y Soberanía, la casa de su tía, para ir hasta el domicilio de sus padres. “Tengo que buscar unas cosas”, detalló. A las 20.30 llegaron a la casa donde habrían asesinado a Cecilia. César entró y luego salió con una valija y una mochila, las cuales pusieron en el asiento trasero del Citroën. Desde ahí, se dirigieron al barrio Emerenciano.
Al llegar a un descampado, César le pidió que frene. Se bajó del auto, prendió fuego las pertenencias y luego le pidió una vez más que lo acerque hasta la casa de su tía. Esas pertenencias fueron encontradas el 18 de junio, día de las elecciones Primarias Abiertas del Chaco. A la familia de la víctima se les exhibió lo encontrado el 23 de junio, en el Instituto Médico Forense del Poder Judicial del Chaco. Su mamá, Gloria Romero y su tía abuela, Mercedes Valois Flores, dijeron que casi todo era de ella.
Como se ve, este es un caso complejo, extremadamente mediático y teñido por la política lo cual terminó configurando un espeso brebaje que colaboró para que la investigación avance con una velocidad extrema pero que también generó el caldo de cultivo para que florezcan una, dos, miles de desinformaciones que sólo aportaron más confusión. Un medicamento, dependiendo de su cantidad, puede curar o puede hacer mucho daño.
Fuente: Bruno Martínez para revista Litigio