En la UNNE: una bisabuela se recibió de profesora en Letras el mismo día que nació su octavo bisnieto

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Niza Ramona Mieres de Manader es una mujer adulta mayor que en la Facultad de Humanidades de la UNNE encontró su espacio para seguir su formación y aprendizaje. El 1 de agosto de este año egresó de la carrera de Profesorado en Letras. Ese mismo día nació su octavo bisnieto.

Niza, protagonista de una historia que merece ser contada, en primera persona cuenta sobre su vida, sus desafíos y como fue transitar la carrera. Asimismo se mostró sorprendida por los saludos, mensajes y felicitaciones de personas conocidas y desconocidas que destacaron su logro. “Me topé con la sorpresa de tantos elogios, nunca pensé que el hecho de recibirme sería motivo de admiración. Muchos se asombraron por estudiar con la edad que tengo, por ser madre, abuela y bisabuela además por seguir a pesar de los dolores que la vida me dio en el transcurso del cursado”, reconoció.

De nacionalidad paraguaya, contó que vivió más años en la Argentina que en su país de origen. Se presenta como “nieta de una correntina, esposa, madre de cinco varones, abuela de diecisiete nietos y bisabuela de ocho bisnietos, todos argentinos”.

– ¿Ya habías estudiado algo antes, ¿por qué decidiste empezar a cursar Letras?

Nunca paré de estudiar desde los cuatro años que ingresé en el kindergarten, allá en el Colegio Carlos Pellegrini en Buenos Aires. Toda mi vida me pasé leyendo, sino era una cosa, era la otra, siempre persiguiendo algo. Soy profesora de Educación Primaria, profesora de Nivel Medio, Área de Lenguas.

Hice varias otras carreras entre las que puedo citar Medicina que cursé hasta el tercer año en la UBA, lastimosamente sin poder concluirla porque en esa época se desató la Guerra de las Malvinas ocasionando dificultades por lo que nos trasladamos a Resistencia.

Quise proseguir, pero debido a un aneurisma cerebral detectado por un neurólogo no lo hice ya que para continuar me obligaría a viajar a Corrientes. Entonces, y movida por el deseo de seguir cultivándome, me quedé aquí e ingresé en la UNNE en las carreras de Licenciatura y Profesorado en Letras.

– ¿Cuál fue la reacción de tus familiares y personas cercanas cuando les comunicaste tu decisión?

Mi familia en pleno me apoyó siempre, en especial mi esposo quien fue el pilar fundamental para que llegue a cumplir mis sueños, lástima que no lo pueda tener ahora conmigo porque la maldita pandemia truncó su bella vida, pero sé que él me acompañó y acompaña siempre desde donde está. A Dios, a él y a mis hijos les debo la culminación de mi carrera.

Mi esposo sufrió un cáncer de próstata con el que luchó por ocho años, luego otro en pulmones (gracias a Dios y a la ciencia después se curó) y fue entonces que dejé la carrera regular y me pasé a la de Articulación ya que me daba la posibilidad de estar con él por más horas.

Me recibí con muy buenas notas en el 2016 pero no me dieron el título por un problema burocrático, no me reconocieron el terciario porque faltó el programa de una materia que en Paraguay no me dieron por no indagar ya que en la época que terminé él terciario no estaba nada digitalizado.

A raíz de este problema, volví al cursado regular del Profesorado en Letras, persistí, pero con muchas más dificultades, luché contra viento y marea, reí, lloré, pero seguí hasta el primero de este mes que conseguí parte de lo que me propuse, creo que con este título me podrán dar el que corresponda al de la Licenciatura en Articulación.

– ¿Cómo te organizabas con tus estudios y el día a día?

Por la fuerza de costumbre soy madrugadora ya que trabajé por muchos años como docente y dormía apenas tres horas, gracias a ello pude organizar y dedicarme a mis actividades de estudiante sin dejar de lado mis obligaciones de madre y esposa.

– ¿Cuál fue tu mayor dificultad?

A pesar de que la literatura me encanta, en ellas encontré las mayores dificultades, me cuesta realizar un buen ensayo y una buena monografía. Es el desafío que hoy tengo y ahora que ya no tendré la presión de un examen quisiera seguir participando en las clases para practicar, si los profesores me permiten de modo tal de realizarlos sin dificultades y con éxitos. En las de lingüística tuve las mejores notas. No fui una brillante alumna, pero estoy entre las buenas, mi promedio general en el Profesorado es de 8,7 y en el de la Licenciatura de Articulación 8,9.

– ¿Cómo recordás el acompañamiento de las y los docentes?

¡Cuántos docentes calaron mi alma, cuántos me tomaron de la mano y me dieron fortaleza para seguir! Son dos los primeros que llegaron a mi con una atención admirable, me refiero a los profesores Hugo Wingueyer y profesora Gusberti quienes fueron los que me anotaron por primera vez como alumna en la carrera vocacional, al año siguiente entré como alumna regular. Ellos fueron como mis padrinos.

Las profesoras Natalia Colombo, Lobos, Censabella, Yolanda Ayala, Patricia Núñez, Maía Bradford, Carranza y las queridas y recordadas profesoras de latín y griego fueron muy especiales para mi pues a más de los conocimientos que me brindaron, me dieron contención, tolerancia, me supieron escuchar y animar. Fueron parte de mi día a día estudiantil.

Agradezco las enseñanzas de todos los demás docentes con quienes tal vez no tuve mucha afinidad pero que de alguna manera movilizaron mi intelecto y me dieron sacudones para mejorar. Quiero dar gracias a las profesoras Angelina Casorla y Peón quienes me dieron la nota de aprobado en mi último examen. Con ellas llegué a la culminación de mis estudios, no dí el examen que todo profesor espera de sus alumnos, el de la excelencia, pero tendré presente sus sugerencias y llegaré a brillar como les hubiera gustado lo mismo que a mí. Al profesor Costarelli mi reconocimiento por la confianza que tuvo y tiene en mi al pedirme que me anotara en la adscripción de su materia. Aunque no lo haga, me reconforta y me alienta a mejorar y seguir formándome mientras viva.

– En las redes sociales muchos compañeros te saludaron y felicitaron, ¿surgieron amistades en este proceso?

Sí, fue para mí una gran sorpresa, no esperé tanto cariño de mis compañeros, el mismo día que dí examen al recibir el abrazo de la profesora Angelina al decirme que aprobé salieron como de entre las sombras con un grito eufórico que retumbó en el pasillo, ¡eran mis compañeros! no sé cómo se enteraron de que iba a presentarme a la mesa examinadora ya que yo misma estaba en la duda si presentarme o no.

Después, en las redes sociales, compañeros del regular, de la Licenciatura, ex alumnos, gente totalmente desconocida me felicitaron por mi esfuerzo y perseverancia. Muchos sé que lo hicieron con sinceridad y tal vez otros por compromiso o extrañeza, pero lo hicieron y agradezco.

Jimena Molinas y Romina fueron mis compañeras, con el tiempo se convirtieron en mis profesoras, son chicas que como mis hijas me dieron tanto amor, Lorena Ayala, Rocío Molinas, Lourdes Leiva, Nilda, Ercilia, Rosaura Medina, Lorena Ruiz Diaz, Teresita Guanes, Lucía Amarilla, Sol, Sofía, Mía, Oves, Carrió, Davina, Natalia Dri, Noelia Ortiz, Emilia Aguilar, Facundo, Marisol, Belén Britos y Romina Este grupo fue el que me presionó para dar mi último examen. Perdón por no nombrar a todos y todas, pero a cada uno los tengo impresos en mi corazón y en mi memoria. Gracias con mayúsculas a todos y a todas.

Se ve que semillas buenas sembré para cosechar tanto cariño y admiración.     

– ¿Te gustaría estudiar algo más?

Me gustaría seguir estudiando para mejorar las dificultades y saber realizar con eficiencia los ensayos, monografías y trabajos de investigación. Mi intención es ayudar a mis compañeros que tienen la misma problemática.

Como dice el filósofo, sólo sé que no se nada por lo tanto mientras tenga vida trataré de seguir cultivándome no por obligación ni el por qué dirán sino porque me da placer.

– Y finalmente, ¿querés dejar una reflexión o consejo para los estudiantes o quiénes estén pensando en comenzar a estudiar?

El mensaje que yo les puedo dar es que no se amilanen ante las dificultades, que la vida no sería vida sino tiene opuestos, así como hay días nublados hay días de sol. Un tropiezo debe ser el puntapié inicial que los eleve y los lleve para arriba. Cuanto más oscura está la noche, más próximo el amanecer.

No dejen sin terminar lo que iniciaron. Digan los que les molesta, pero con altura y con respeto. Sean justos y tolerantes, practiquen la empatía. Valoren el esfuerzo que sus padres realizan para que crezcan como personas y se formen como profesionales.

Sueñen para luego hacerlo realidad. Nunca digan, no puedo. Querer es poder. No existe edad para el estudio, si no quieren realizar una carrera universitaria, no la hagan, pero sigan una profesión, la que sea para lograr una libertad económica y vivir una vida digna. Por último, los exhorto a ser humildes y solidarios, eso los hará grandes.

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