En tiempos donde la gran mayoría optamos por reconocer la incansable labor de toda la comunidad sanitaria del país, salvo contadas excepciones de personas que violentan o agreden a los trabajadores de salud, Pinky López, enfermera del hospital Avelino Castelán, utilizó su cuenta de Facebook para contar, en un pocos párrafos, la actividad de la enfermera, específicamente de la que convive con la salud de los niños.
En este sentido, repasó su rutina de trabajo, los riesgos de la profesión, sus desafíos y la relación con sus pacientes.
Pinky contó “no uso trajes ni camisas, ni zapatos de moda ni mi ropa linda para trabajar. Visto un uniforme cómodo, de tela que resiste muchos lavados, porque a veces se mancha de sangre, de orina, de vómito (todo ajeno) y siempre de talco de los guantes. Uso calzado cómodo y paso mucho tiempo de pie”.
Y demás, aclaró “no trabajo frente a un escritorio sino frente a una cama o camilla, donde hay un Niño que casi siempre tiene miedo. O está desorientado”. “Detrás de la puerta suele haber una familia, y también son parte de mi trabajo”, agregó.
Sobre el final de su jornada laboral, contó que “por lo general recibo sonrisas y abrazos. Porque mi trabajo es con personas, sobre sus cuerpos, acompañando sus almas y conteniendo el miedo”.
Asimismo, hizo mención a los riesgos con los que convive, “corro el riesgo de pincharme con una aguja, de que un paciente o un familiar me agreda, de contagiarme cosas o de reventarme la espalda haciendo fuerza”.
Por otra parte, señaló que trabajaba los fines de semana, también los feriados; y recordó que “más de una navidad brindé con mis colegas”.
“Me capacito, me adapto a nuevos protocolos y trato de educar a mis pacientes. Debo ser eficiente, práctica, empática, capaz y hábil. Incluso a las 3 de la mañana”, concluyó Pinky.