Así lo detallan especialistas del Centro de Estudios Sociales de la UNNE. En las últimas décadas la dureza del modelo económico puso en situación de desventaja a las poblaciones étnicas de Latinoamérica en distintos aspectos, según exponen dos especialistas de la UNNE, junto a una colega de Colombia. Destacan el derecho a una educación que tenga en cuenta las voces, culturas e identidades de los pueblos originarios.
“En lo que va corrido de este nuevo siglo, la situación de los pueblos originarios de América Latina, la vida en sus territorios y la pervivencia de sus culturas ancestrales expresan una dramática situación de vulnerabilidad” señalan la Dra. Teresa Artieda y la Magíster Laura Rosso, docentes-investigadoras de la Universidad Nacional del Nordeste, y la Dra. Elizabeth Castillo, docente de la Universidad del Cauca y de la Universidad Pontificia Javeriana, de Colombia.
La opinión de las mencionadas especialistas fue expuesta en el artículo “Pueblos Indígenas y Educación en América Latina. Interrogantes para el Siglo XXI”, que introduce al Dossier “Educación y Pueblos Indígenas” incluido en el Volumen 32 de la revista “De Prácticas y Discursos”, publicación del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
En la publicación agregan que, a finales de los años noventa del pasado siglo, el reconocimiento de derechos culturales y las proclamas multiculturales fueron el rasgo común en toda la región, e incluso con posterioridad las Naciones Unidas proclamaron el Primer Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo (1995-2004).
En esa línea, consideran que, si bien existe un avance en materia de reconocimiento jurídico, “la dureza del modelo económico ha puesto en situación de desventaja a las poblaciones étnicas”.
Las autoras remarcan que gracias a las luchas y movilizaciones de los propios pueblos se hizo posible a finales de los años noventa la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 15 países de América Latina, no obstante, las noticias en países de la región indican que cada día suceden actos violentos de despojo en países como Brasil, Colombia, México, Guatemala y Argentina.
Al respecto, exponen que la organización y movilización indígena ha configurado condiciones para que la defensa y protección de sus derechos sea un asunto global y con ello reciban respaldo importante para tramitar muchos de estos conflictos en sus propios países.
Las poblaciones originarias
En México, Perú, Guatemala, Colombia y Bolivia se concentran las poblaciones indígenas más extensas (34,4 millones) de la región, según datos del informe del Banco Mundial (2016) “Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI”. Por su parte, El Salvador, Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay, Costa Rica y Venezuela suman menores porcentajes demográficos de población indígena.
En total, los censos realizados durante esta última década reportan la existencia de 42 millones de pobladores originarios pertenecientes a 780 etnias, cuyo peso estadístico a escala continental es del 8%.
Pero de acuerdo a estudios de la Cepal (2014) y el BM (2016), los pueblos indígenas de América Latina se ubican en las mayores líneas de pobreza, según lo demuestran los indicadores de sus respectivos países.
“Esto significa que el reconocimiento obtenido en los últimos años no ha garantizado el acceso a derechos fundamentales y, por tanto, la tarea de los Estados nacionales es aún insuficiente” sostienen la Dra. Artieda, la Magíster Rosso y la Dra. Castillo respecto a la situación actual de los pueblos indígenas de la región.
Consideran que “pobres pero reconocidos” parece ser la paradoja de un modelo económico que avanza de manera poderosa por entre los corredores de las políticas del multiculturalismo de los países de la región, mientras que la discriminación y la exclusión económica y social continúan en un contexto de políticas neoliberales que impone las reglas y orientaciones en los sistemas educativos nacionales.
Comunidades vulneradas
Para las investigadoras, con la pandemia del Covid-19, “la vida de los y las 42 millones de descendientes de pueblos ancestrales es aún más frágil a la voracidad capitalista y la indiferencia liberal”.
De acuerdo a la reflexión, los pueblos indígenas enfrentan obstáculos estructurales y desventajas históricas comparativas para acceder a un ejercicio político con suficiente autonomía, además de la poca participación y decisión sobre lo que más les conviene como comunidades” añaden las investigadoras.
En ese contexto, el derecho a una educación que tenga en cuenta sus voces, sus culturas e identidades es esencial y la esperanza de pervivencia y buen vivir de los pueblos originarios tiene en la educación su mayor amenaza y, a la vez, su mayor oportunidad.
Esa es la razón por la cual se propuso el monográfico “Educación y Pueblos Indígenas”, de la Revista “De Prácticas y Discursos” cuyo objetivo convocó a investigadores de distintos países para reflexionar sobre los procesos y tensiones que viven en la actualidad diferentes proyectos y programas de educación intercultural, educación indígena y educación bilingüe en los países de Latinoamérica.
“Sabemos, gracias a muchos de los trabajos realizados en las últimas décadas, que la educación en muchos casos ha sido sobre todo una agencia comunitaria y orgánica de los pueblos indígenas en la tarea cotidiana de promover formas educadoras que revitalicen su pensamiento y las 560 lenguas que aún hoy sobreviven” indican las investigadoras de la UNNE y su par de Colombia.
Refieren que la educación, como parte esencial de los procesos de comunidad, depende de lo que sucede con los territorios indígenas, es decir, con la economía, la salud, la producción de comida y la espiritualidad.
“El tema es que, en este momento de nuestra historia, los territorios indígenas están gravemente amenazados por las economías extractivistas desde la Patagonia hasta el norte de México. Por cuenta de este fenómeno vivimos una era de mucha violencia contra los pueblos originarios que se traduce en el despojo de tierras comunales, la persecución y el asesinato de líderes en países como Argentina, Brasil, Colombia y México” remarcan.
Sobre ello, señalan que los trabajos reunidos en el dossier de la revista “Prácticas y Discursos” (CES-UNNE) ofrecen algunas luces para reconocer que los procesos de educación en las comunidades originarias trascienden el mundo de la escuela y comprometen la totalidad de las esferas de la vida de las comunidades.
Educación Intercultural, un derecho escasamente cumplido.
En la publicación, recuerdan que en el año 2009 el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas llevó a cabo un estudio sobre sus derechos en materia educativa, entre cuyas conclusiones resaltaban “la imposición de la educación general a los niños indígenas” en la mayoría de los países.
En esa línea, exponen que si bien el modelo de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) hace parte de las legislaciones de algunos países abordados en los artículos de este dossier (como Argentina y México), y en tal sentido se promueve como política oficial desde sus Ministerios de Educación, “los procesos que ocurren en regiones demuestran que la sensibilización sociopolítica y cultural son condiciones sin las cuales es improbable avanzar en una agenda educativa que fortalezca la lengua indígena”.
Al mismo tiempo, sostienen que se debe considerar el diálogo con los saberes culturales de los pueblos originarios, planteando una Educación Intercultural Bilingüe con una perspectiva de interculturalidad crítica desde los proyectos políticos de los propios movimientos indígenas.