Por Jorge Capitanich – Gobernador del Chaco
A mi equipo de gabinete
A los intendentes/as
A nuestros candidatos/as
A nuestra militancia
Al pueblo del Chaco
Toda derrota electoral constituye un aprendizaje para un demócrata.
De las derrotas se aprende mucho más que de las victorias.
Lo puedo atestiguar durante una extensa trayectoria política en donde los sinsabores están a la hora del día.
Pero lo fundamental en este análisis político que realicé y quiero compartirles es que, sin lugar a dudas, perdimos el sentido.
Una gestión de gobierno es mucho más que las obras que perduran para siempre…
Gobernar es hacer. Pero también es abrazar y contener. Es cuidar. Es proteger. Es sentir el dolor del otro. Es amar con el corazón, con el alma, con el espíritu. Así es cómo de verdad se ama.
En ciertas circunstancias nos convertimos en autómatas, en repetidores de frases y números, en cultores de un sentido vertical de la vida. Y terminamos creyendo que la política es prescriptiva, esto es, que lo que nosotros pensamos es lo que verdaderamente debe hacerse.
Nos cansamos de explicar racionalmente las acciones de gobierno, cuando finalmente lo que vale es el sentido de trascendencia, no sólo de utilidad.
El sistema nos convirtió en esclavos de datos, en repetidores de palabras, en mecanicistas del lenguaje. Es decir, perdimos el sentido y la mística de la palabra.
Y fallamos en este sentido…
No interpretamos la angustia de la gente. No entendimos que la demanda era otra. Era interpretar el dolor. Era compartir el sufrimiento.
Era pregonar con el ejemplo de la cercanía.
Finalmente todos somos seres humanos imperfectos… y no pudimos darnos cuenta a tiempo. Tuvo que ocurrir un hecho externo para pensar ciertas reacciones de las personas que cuando actúan con un comportamiento colectivo, expresan desde el silencio de un voto; la contundencia de un mensaje.
El pueblo argentino está entrampado en un cuadro económico y social frustrante pues desde 2016 –leve e insuficiente recuperación de 2017-hasta el 2021 – recuperación en este año del 8%- transitamos cinco años interminables de recesión y deterioro del salario real producto de endeudamiento masivo, fuga de capitales e inestabilidad macroeconómica del gobierno de Macri agravados por la pandemia desde marzo del año 2020.
Es mucho tiempo para salarios bajos, créditos inaccesibles y horizonte impredecible.
Nuestro pueblo, nuestros votantes, no quiere campañas. No quiere discursos. No quiere mensajes altisonantes.
Quiere sentirse parte de un proyecto que enamore. Y recuperar el sentido es volver a enamorar.
Antes recuperamos ese sentido con un discurso, con una palabra. Ahora no…
Ahora necesitamos gestos. Necesitamos actitud. Necesitamos sentirnos amados.
Nosotros necesitamos sentirnos amados por nuestro pueblo. Y nuestro pueblo necesita sentirse amados por nosotros.
Necesita sentir el verdadero amor, aquel que supera las barreras ideológicas, raciales, étnicas, las distancias.
Este tiempo es particularmente complejo. Vivimos en sociedades urbanas heterogéneas, complejas, cambiantes, dinámicas, demandantes y sobre todo intolerantes.
Esto requiere un tipo de liderazgo que combine tres atributos complementarios: ética, estética y poética.
Ética en el sentido weberiano de responsabilidad y convicción. La convicción fija un rumbo. El rumbo un sentido. El sentido trascendencia y horizonte que son los pilares de la esperanza. Si una sociedad, un pueblo, no percibe un horizonte donde proyectarse, entonces pierde la esperanza, se frustra y potencia su angustia.
La responsabilidad del gobernante es trabajar por el bien común, con dedicación y esmero, dando el ejemplo. Convicción y responsabilidad son indispensables para construir un puente hacia el futuro.
Recuerdo cuando al asumir, compartí una carta dirigida a mi gabinete. En ella escribí: “Exijo, promuevo y pretendo un gobierno de diálogo, con humildad para saber escuchar e interpretar los problemas del otro desde el corazón y desde el afecto. Tratar bien a las personas, no enojarse, ser amables en toda circunstancia es parte de la calidad humana que necesitamos de cada funcionario. Muchos son fuertes con los débiles y débiles con los poderosos.
Nosotros tenemos que ser afables, sentir los problemas y conquistar el corazón de todos y todas”
En estos tiempos, es preciso embanderarnos de estas palabras, y tener la obligación de entender que un gesto vale más que mil palabras. Se trata de construir empatía no distancia. Se trata de interpretar el corazón del otro.
De nuestro hermano, del que sufre, del que llora.
Tenemos que recuperar el sentido. El sentido de trascendencia. El sentido de la vida. Tenemos que recuperar las virtudes teologales cristianas: fe, esperanza y caridad.
Por eso, de esto se trata esta nueva etapa: de recuperar el sentido. Y también la memoria…
No nos podemos olvidar de las obras, de los logros alcanzados, de los derechos reconocidos. Eso es recuperar la memoria que implica recuperar el sentido histórico de trascendencia.
Toda elección implica proyectos políticos en disputa.
Y el 14 de noviembre debemos apelar a la mística, a la memoria de lo que fuimos capaces de hacer.
Si fuimos capaces de construir todo lo que hicimos, seremos capaces de hacer lo que nos falta.
Frente a un pueblo impaciente, con la razón de la impaciencia, debemos construir una épica de gobierno que moviliza las entrañas más profundas de cada uno de nosotros.
Todos sabemos que la hegemonía neoliberal utiliza las herramientas democráticas de participación popular con el claro objetivo de apropiarse del estado para satisfacer intereses minoritarios excluyendo los derechos de las mayorías populares a través de una estrategia de polarización ideológica destinada a dividir la sociedad entre incluidos y excluidos. Los incluidos con tendencias conservadoras para defender su statu quo y los excluidos como parte de la economía del descarte, fuera de toda integración en materia de derechos.
No es casualidad que a través de la historia hayan reemplazado los gobiernos militares por el lawfare, los militantes políticos por medios de comunicación, periodistas, algoritmos y redes constructoras de marcos mentales y la legitimidad de los gobiernos populares por una coerción corporativa de disciplina judicial a los efectos de difundir falsamente la defensa de la república, la democracia y de la libertad.
Esta coyuntura desfavorable no nos debe amilanar.
En consecuencia, es preciso reivindicar más que nunca una verdad peronista: primero la patria, después el movimiento, y por último, los hombres.
El mismo Perón reemplaza la verdad de que “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” por “para un argentino, no hay nada mejor que otro argentino”.
Tenemos que trabajar con austeridad, responsabilidad, dedicación, esfuerzo, coordinación, compromiso, honestidad, honradez, fidelidad a un proyecto compartido, lealtad, respeto al otro, amor a Dios, amor al prójimo, magnanimidad, prudencia, fe, esperanza y caridad. De esta manera no podemos fracasar, no debemos fracasar.
En el 2019, el pueblo del Chaco nos otorgó un voto de confianza, y la posibilidad de trabajar incansablemente, día a día, todos los días, para transformar sus vidas para siempre.
Hoy sentimos la obligación de pedir perdón por los errores cometidos.. por las veces que no supimos escuchar… por los problemas que no supimos resolver.
Pero estamos a tiempo para escuchar, para resolver y para cambiar lo que verdaderamente hay que cambiar…
Hoy, como hace dos años atrás, volvemos a tener una cita ante la historia.
Esta cita con la historia nos pide volver a recuperar el sentido.
Para eso les pido que volvamos a conectarnos con el corazón, que volvamos a salir a las calles, que les digamos a todos y a todas que la esperanza está en el 14 de noviembre, para que podamos seguir transformando la calidad de vida de los chaqueños y chaqueñas.
El corazón sigue vivo, el corazón sigue latiendo
Les pido que salgamos a enamorarlo.