En una historia de superación, pasión y valentía, Pedro Cacivio, veterinario y especialista en herpetología y genética molecular de Chaco, relató sobre rescates impactantes en la montaña más alta de América, el Aconcagua. Mientras hablaba, el termómetro en el Nido de Cóndores marcaba -15°C y en Resistencia, su ciudad natal, superaba los 35°C.
En una entrevista exclusiva con Natagalá de Verano Cacivio relató cómo su interés científico lo llevó al mundo del andinismo hace 30 años. «Comencé buscando fauna en distintos ambientes, y luego quise explorar más arriba», explicó. Desde entonces, escaló montañas icónicas, incluyendo una ascensión en solitario al Aconcagua, donde se enfrentó a temperaturas de -40°C y rescató a un montañista ruso al borde de la muerte.
El pasado domingo, Cacivio y su equipo recibieron un alerta: dos mujeres montañistas, una argentina y una chilena, tras alcanzar la cumbre, no respetaron el horario límite de descenso (4 PM) y quedaron varadas con mal agudo de montaña. «Ascendimos desde Nido de Cóndores, a 5.500 metros, en tiempo récord. Normalmente toma 12 horas; nosotros lo hicimos en dos horas y media», detalló. «Una estaba inconsciente; la chilena tenía los pulmones llenándose de líquido. Intentamos inyectarle dexametasona, ¡pero las ampollas se congelaban al sacarlas del abrigo!», relató.
Con ráfagas de 100 km/h y sensación térmica de -40°C, el equipo tardó otras 2 horas en recorrer 150 metros cargando a la mujer en una camilla SKED. «Le dimos líquidos y comida para que recuperara energía. Bajamos 1.400 metros verticales en 9 horas», detalló. La operación terminó a las 3 AM, con ambas rescatadas.
Con múltiples experiencias rescatando tanto personas vivas como cuerpos de fallecidos en alturas extremas, Pedro destacó los desafíos físicos y logísticos que implica cada misión. «El oxígeno es escaso y hasta un litro de agua pesa como 10 kilos aquí», explicó desde el Nido de Cóndores, el último punto donde puede llegar un helicóptero.
Cacivio, que estudia reptiles y genética molecular, llegó al andinismo por curiosidad científica: «hace 30 años quise ver qué fauna había arriba de los 5.000 metros». Desde entonces, escaló volcanes desde México hasta la Patagonia y rescató a tres cuerpos del Aconcagua. «Sacar un cadáver es vital para los familiares», dijo.
Criticó la subestimación de escaladores europeos: «creen que por subir al Mont Blanc (4.809 m) pueden con esto. ¡A 5.000 m, das 10 pasos y colapsas! Ni los Pumitas rugby pasaron de aquí». Y destacó: «más que físico, se necesita cabeza fría: he visto a la UPRAM salir a -40°C sabiendo que el rescatado moriría».
Su dedicación al rescate y la montaña lo ha convertido en un héroe chaqueño, ejemplo de humanidad y sacrificio. «Este es un trabajo en el que uno aprende con experiencia, con prueba y error», reflexionó.
Aunque admira el entrenamiento de sus colegas —»corren 25 km diarios en cerros»—, Cacivio fue claro: «podés ser Ironman, pero sin resistencia mental, no subís nada. Aquí el viento te congela las pestañas».
Con un 40% de fracaso en ascensos y 3-5 muertes anuales, el Aconcagua exige respeto. Cacivio alertó sobre la moda de «cumbreros» sin experiencia: «vienen por el check en redes, no entienden que esto no es un parque temático».
Aunque su próximo desafío es regresar a Resistencia el 10 de febrero, ya planea su 14° temporada en el techo de América. «Mientras haya gente en riesgo, seguiremos aquí», concluyó.