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Por Alejandro Armoa – Abogado (MP 3952) –Integrante del Comité Nacional de Prevención de la Tortura

“Nadie nace odiando a otra persona por su color de piel.  La gente aprende odiar. También se les puede enseñar a amar” (…)  Nelson Mandela.

La edición de mayo 2021 del prestigioso medio The New York Times en Español rescata la opinión de uno de sus columnistas, Max Fisher quien comenta: “Cuando publicas cosas, eres muy consciente de la retroalimentación que recibes, la retroalimentación social en términos de me gusta y compartidos”, (…). Entonces, cuando la información errónea apela a los impulsos sociales más que a la verdad, recibe más atención en línea, lo que significa que la gente se siente recompensada y animada por difundirla. Dependiendo de la plataforma, especialmente, los humanos son muy sensibles a la recompensa social”, dijo. Las investigaciones demuestran que las personas que reciben comentarios positivos por publicar declaraciones incendiarias o falsas tienen muchas más probabilidades de volver a hacerlo en el futuro. “Eso te afecta”. En 2016, expertos en medios analizaron un conjunto de datos de 300 millones de tuits de las elecciones de 2012. Descubrieron que los usuarios de Twitter “comparten selectivamente mensajes de verificación de hechos que animan a su propio candidato y denigran al candidato del partido contrario”. Y cuando los usuarios encontraron alguna verificación de hechos que revelaba que su candidato se había equivocado en algo, su respuesta no fue enojarse con el político por mentir. Sino que atacaron a los verificadores de hechos. Sigue,   las personas se vuelven más propensas a la información errónea (…). Primero, y quizás lo más importante, es que esto pasa cuando las condiciones sociales hacen que las personas sientan una mayor necesidad de lo que los científicos definen como la agrupación interna: la creencia de que su identidad social es una fuente de fuerza y ​​superioridad, y que se puede culpar a otros grupos por sus problemas.[1]

En cuanto a este  fenómeno social, en particular en nuestra cultura no es diferente. El sociólogo Franco Berardi afirma: “Cuando el ritmo de la comunicación se acelera hasta el ruido blanco, la mente pierde su capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. No podemos contar mucho con la mente crítica. En el futuro, la capacidad crítica habrá desaparecido de la mente humana”.[2]  En el mismo sentido coincidente; el filósofo profesor de la Universidad de las Artes de Berlín, Alemania,  Byung Chul Han profundiza: Vivimos en la era del «Me

gusta». No hay un botón de «No me gusta» en Facebook, solo hay «Me gusta», y este «Me gusta» acelera la comunicación, mientras que «No me gusta» la ralentiza.[3]

Si es pertinente señalar estas reflexiones coincidentes  en la generación  de información, aunque sea deficitaria de la misma verdad. Su velocidad de construcción y no solamente en una genética caprichosa, sino como la Sociedad juega un papel determinando en la conformación del imaginario colectivo,  sensibles a la recompensa social de quienes son frecuentemente sus iguales, sus pares. La creencia de que su identidad social es una fuente de fuerza y ​​superioridad, y que se puede culpar a otros grupos por sus problemas. Se instrumentaliza la conciencia del “nosotros” y el “otro”. Donde Xenofobia y racismo se hermanan, se nutren y se confunden.

Como marco de análisis, adviértase el último hecho de violencia institucional en la ciudad de San Martin,  cobrándose la vida de Josué.  Velozmente la construcción de información y comunicación no se centraba en la perdida de una vida, sino en el mismo punto de partida, la vida de Josué pasaba casi desapercibido en comparación a la libertad de funcionarios investigados por el hecho de muerte.

O lo más preocupante, las imágenes que vinculaban a ese grupo de personas caracterizadas por su condición cultural responsables de los destrozos al edificio policial en esta ciudad. Pero allí no termina la cuestión. La imputación a este grupo de personas de haber quemado una vivienda en represalias por la desaparición física de Josué.  Adviértase, imputación a un grupo de personas, con las consecuentes calificaciones y construcciones en redes sociales de ellos (el grupo),  el otro y nosotros. La característica general del discurso racista consiste en generar una imagen negativa de los Otros, habitualmente combinada con una imagen positiva de Nosotros, y, en minimizar los rasgos positivos de los Otros y minimizar los rasgos negativos de Nosotros.

Si bien todos los sectores intervienen en la construcción de sí mismos y de los demás, posicionando y posicionándose unos en relación con los otros en el espacio social, las posibilidades de participación son diferentes y desiguales en función de la posición que ocupan y del poder del que disponen. Por ello, las posiciones superiores en la estructura social logran imponer en mayor medida su particular visión del mundo y la construcción de identidades «anormales» estigmatizadas en sociedades que necesitan legitimar una participación limitada para defender un sistema socioeconómico y cultural excluyente. Y la aplicación del estigma social sobre estos grupos debemos considerarla como una herramienta utilizada por un grupo sobre otro. Quienes aplican un estigma establecen una simplificación en la presentación de la alteridad, que una vez localizada en el sector de los otros concentra la variedad en unos pocos rasgos y le atribuye a los diacríticos un valor de carácter moral o ideológico en el intento de construir una teoría sociológica del estigma, retomando dicho término de la psicología social, utilizado en un principio por los griegos «para referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien lo presentaba». Según este autor, una persona se encuentra estigmatizada en la medida en que existe cierta oquedad entre lo que debería ser su identidad social virtual y lo que una persona realmente es: su identidad social real. A modo de ejemplo, determina:

Mientras el extraño está presente ante nosotros puede demostrar ser dueño de un atributo que lo vuelve diferente de los demás (dentro de la categoría de personas a las que él tiene acceso) y lo convierte en alguien menos apetecible —en casos extremos, en una persona casi enteramente malvada, peligrosa o débil—. De este modo, dejamos de verlo como una persona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y menospreciado. Un atributo de esa naturaleza es un estigma, en especial cuando él produce en los demás, a modo de efecto, un descrédito amplio; a veces recibe también el nombre de defecto, falla o desventaja. Esto constituye una discrepancia especial entre la identidad social virtual y la real (…). Su análisis se centrará en la interacción entre las personas «estigmatizadas» y las «normales» marcada por algún tipo de estigma. Ahora bien, se puede cuestionar la idea de que los «normales» y los «estigmatizados» son meros roles que se deben interpretar en determinadas circunstancias, en la medida en que optemos por considerar que dichas categorías están inscritas en estructuras históricas altamente diferenciadas y son transmitidas a través de los aprendizajes vinculados a la experiencia que los agentes efectúan de las estructuras de dichos espacios. En términos generales, los «normales» constituyen el referente hegemónico a partir del cual se construyen las jerarquizaciones que luego se materializan de diversas formas. Por ello, es posible reconocer sectores sociales prestigiosos/normales y otros denostados/estigmatizados, estos últimos distinguidos en virtud de ciertos atributos simbólicos descalificantes.[4]

En el último tiempo, producto de los horrores del nazismo como así también de una fe en la modernidad, identificada con el triunfo de la razón que juzgaría a las personas más por lo que hacen que por cualquier tipo de esencia naturalizada, la raza ha perdido centralidad como componente del racismo. Estamos asistiendo a una metamorfosis del sentido clásico dado al racismo, según el cual la raza era el elemento diferenciador principal. En la actualidad hay cruzamientos con otros criterios segregacionistas en el que lo fenotípico sigue vigente, pero se trenzan cuestiones vinculadas con la clase y también con la cultura.  En este sentido, Etienne Balibar (1991: 37) escribe: “…un racismo cuyo tema dominante no es la herencia biológica, sino su irreductibilidad de las diferencias culturales; un racismo que, a primera vista, no postula la superioridad de determinados grupos o pueblos respecto a otros, sino ‘simplemente’ la nocividad de la desaparición de las fronteras, la incompatibilidad de las formas de vida y de las tradiciones: lo que se ha podido llamar con razón un racismo diferencialista.” El eje ya no es lo racial, entendiendo por esto las características fenotípicas, sino “la irreductibilidad y la incompatibilidad de ciertas especificidades culturales, nacionales, religiosas, éticas u otras.” Y, es importante mencionar lo que se denomina como socioestética, es decir la “relación entre componentes estéticos y su proceso de simbolización, a partir de la adscripción de los jóvenes a los distintos grupos identitarios”. Calzado, ropa, accesorios, formas de tatuajes, cortes y colores de cabello operan en el mundo simbólico en tres direcciones: identifica/diferencia/reconoce. Por ejemplo: El cuarteto es una música popular cordobesa que no sólo se escucha, sino que principalmente se danza en lo que son conocidos como “Los Bailes del Cuarteto”. Los sectores burgueses e ilustrados de Córdoba “procuran ubicarse a una distancia prudencial [del cuarteto] con el objetivo de distinguirse de lo que, para ellos, es un género musical sin valor artístico y propio del (mal) gusto de los sectores populares, a cuyos miembros denominan, utilizando categorías raciales para indicar desigualdades sociales, negros. En síntesis, lo que hemos dado en llamar “neorracismo latinoamericano” se compone de elementos fenotípicos asociados a la pigmentación mestiza de la piel, a la clase social baja, a una socioestética específica vinculada con el cuarteto en Córdoba o la cumbia villera en Buenos Aires, que conlleva no sólo un estilo musical sino formas de vestir y cortarse el pelo; y vinculado con la clase, los territorios donde habitan y también asociado al hiperencarcelamiento de sectores racializados. Es decir, ha sobrepasado ampliamente el contexto del colonialismo.[5]

¿Y cómo se retroalimenta la xenofobia y el neorracismo (racialismo) que se propaga por redes interpelando a un Estado de Derecho?, ¿estos consensos irresponsables tienen eco en el esquema de política pública de Seguridad?

Hasta este punto podemos analizar el fenómeno mundial de los conceptos,  prejuicios y estigmas de los desvalores como la xenofobia y el neorracismo.  ¿Y en el punto particular del Chaco? tomando como objeto de este parcial y rápido análisis en el caso de la muerte de Josué.

Actualmente el discurso racista es dinámico y cumple varias funciones: oculta las relaciones de poder y dominación pero también determina cual es la incidencia en la construcción de la política de Seguridad. Por esa razón muchos comunicadores limitan el termino Seguridad a su contra cara “la inseguridad” Antes de los análisis apresurados de ¿cuál es la función de la política de seguridad en la Provincia? Hay que despojar cual es la función política de los análisis sesgados. Y que rol cumplen las instituciones que se crearon con la legislación en materia de seguridad como también, el rol de las instituciones que garantizan la vigencia de los Derechos Humanos en casos de violencia institucional.

Vale tener muy en cuenta que antes del año 2012, -fecha en que se tomó la decisión política de promover un cambio radical en la política de seguridad en el chaco. El esquema de seguridad mantenía una medula militarizada, reflejo de la llamada doctrina de la seguridad nacional. Para el año 2010, 2011 y 2012, ya existía en el país una corriente de discusión tendiente a articular dentro de la política de seguridad de todas las provincias, le legislación y promoción de instituciones de la SEGURIDAD DEMOCRATICA.

La sanción de la Ley de Seguridad en la Provincia, no es solamente un hecho aislado sino la decisión política de poner en vigencia un sinnúmero de instituciones de políticas públicas de tinte netamente democráticos.  Y si se quiere, netamente plural. En lo que nos respecta a este análisis, vale rescatar la decisión de incorporar en sus postulados que lo fomentan: “La seguridad pública es la situación política, institucional y social en la cual las personas pueden gozar plenamente y ejercer integralmente las siguientes libertades y derechos”. Expresamente refiere en uno de sus incisos: “A defender y a ser protegidos en su vida, su libertad, su integridad y bienestar personal, su honor, su propiedad, su igualdad de oportunidades y su efectiva participación en la organización política, económica, cultural y social, así como en su igualdad ante la ley y su independencia ante los poderes del Estado” (ver art. 2, entonces L. 6976 hoy 2011-J). No se puede dejar de mencionar con miras a la pluralidad la regulación del defensor del funcionario Policial.

Cae en abstracto rediscutir una norma, que implica toda la fuerza de su vigencia de orden público. Pero la misma está teñida de decisiones plurales, inclusiva no solamente de sectores sociales y culturales sino además levanta la voz del sector policial en la Provincia.-

La tendencia mundial de incorporar instituciones y principios de Seguridad democrática al esquema de seguridad de la Provincia. Es una tendencia mundial que parte de los Organismos Internacionales de Derechos humanos y es aplicable a todo esquema de seguridad del País, que influye en las tendencias inerciales de las corporaciones policiales, ubicua a cualquier esquema policial en  Argentina. Evitando que los esquemas se generen autogobierno y sean quienes definan la política de Seguridad en la Provincia.

Bajo otro capítulo,  pero un actor importante en los casos de violencia institucional, el rol que juega en la contención de las victimas la Secretaria de Derechos Humanos en la Provincia. Con la herramienta de la querella, coadyuvando y colaborando en la investigación judicial de los hechos de violencia, sino además con un trabajo silencioso, que tiene que ver con la contención de las víctimas de violencia institucional. Sin dejar de referir también el rol que cumple el Comité de Prevención de la Tortura de la Provincia en la investigación -mediante la facultad legal de querellante-, en las causas penales y admintrativas de violencia estatal o institucional. Todas decisiones Estatales que como se advierten en los escritos investigativos, van con toda la fuerza de un querellante que refleja no solo un criterio estatal de investigar sino también elevando la preocupación de víctimas y familiares para la búsqueda de la verdad real, síntoma institucional que refleja sin más la independencia de estos organismos y la acusación de cualquier funcionario policial que haya tenido responsabilidad en los hechos. Que es donde debe reflejarse la cadena de mando y responsabilidad en la “responsabilidad penal de acto”,  en casos de violencia Estatal.

Dentro del esquema de Seguridad Publica, pensada y orientada por un pensamiento democrático formulada por la Sociedad civil,  la Policía  es un subsistema, conexo del cual dependen sus acciones. Transformar ese modelo tradicional no es tarea fácil. Se trata de un estilo de organización y práctica policial que constituye un fenómeno de larga duración. Desestructurar modos de pensar y actuar y reemplazarlos por otros que resulten más acordes con los principios democráticos y del estado de derecho pero que además produzcan altos niveles de transparencia y efectividad necesita de esfuerzos sistemáticos y sostenidos. En Chaco, la Ley de Seguridad Pública de 2011 resulta un importante punto de partida para el desenvolvimiento de esta transformación. Recupera ideas básicas en torno a las cuales existe un importante grado de consenso por parte los especialistas en Argentina y América Latina. Entre esos especialistas, Marcelo Sain. Su aporte a la  reforma legal es valorado por todos los Especialistas en Seguridad de la Region,  en relación con una transformación de instituciones y prácticas estatales- es un punto de partida y no un punto de llegada.

Por supuesto que el Chaco reclama en este momento una profundización del cambio que se inició con la reforma legal, evitando, justamente, dar marcha atrás, reforzando las características del modelo tradicional.  Esto implica producir todos los esfuerzos para la completa aplicación de la Ley de Seguridad Pública, en las áreas en las que aún está pendiente poner en marcha sus diferentes mecanismos -como el Defensor Policial. Pero también implica edificar una serie de decisiones y acciones para cambiar la práctica policial que no se resuelven en el terreno legal y mucho menos mediático o en redes sociales. Vale referir con la facilidad que mantiene estos ámbitos como verdaderas autopistas de opiniones que  no tienen en cuenta reflexiones colectivas conforme nuestros marcos normativos y de tratados internacionales. Verdaderos frenos a los ataques xenófobos y racistas.


[1]Fisher, Max. (Mayo 2021).  La Pertenencia es más fuerte que los hechos: la era de la desinformación (The New York Times en Español WEB).  “recuperado de”; https://www.nytimes.com/es/2021/05/07/espanol/desinformacion-redes-sociales.html?smid=fb-share (consulta 28 de junio de 2021).

[2] Curia, Dolores (Julio 2021). «Hay una crisis de la mente crítica» Entrevista a Franco Berardi Franco «Bifo» Berardi, activista emblemático del movimiento insurreccional italiano del 68. “recuperado de”: https://www.pagina12.com.ar/341983-hay-una-crisis-de-la-mente-critica (consulta 30 de junio de 2021)

[3] Niels Boeing y Andreas Lebert (Octubre 2020). EL LENGUAJE ESTÁ SIENDO SILENCIADO, entrevista al Filosofo Byung Chul Han. “recuperado de”: https://www.bloghemia.com/2020/10/byung-chul-han-el-lenguaje-esta-siendo.html?m=1 (consulta 25 de junio de 2021)

[4] Nadali, Débora Betrisey (junio 2007). Inmigración y discriminación en la frontera argentino–paraguaya. “recuperado de”: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-89062007000100006 (consulta 1 de julio de 2021)

[5] Crisafulli, Lucas. Neo racismo latinoamericano, la seguridad como excusa y el paradigma de los Derechos Humanos. “recuperado de”: https://rdu.unc.edu.ar/bitstream/handle/11086/5881/7874-22155-1-PB.pdf?sequence=1&isAllowed=y (consulta 27 de junio de 2021)

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