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Por Luis Romero – Geógrafo y Observador Meteorológico

En relación con esta “conmemoración” muchos pensamientos vienen a mi mente. La cuestión ambiental sensibiliza, interpela, genera emociones y nos lleva a nuevos re planteos, en especial frente al contexto actual de “crisis ambiental” que vivimos.

Hoy transitamos momentos “históricos”, no solo por la Pandemia, sino también por el límite alcanzado en nuestras acciones, desmedidas y egoístas, frente al deterioro ambiental.

Dice la Constitución Nacional y Provincial, “Todos/as tenemos derecho a un ambiente sano y a recibir educación e información ambiental” pero ¿se cumple realmente este mandato?

Por los años 70, luego de la Conferencia de Estocolmo, se realizaba el Seminario Mundial de Educación Ambiental en la ciudad de Belgrado, allí por primera vez se puso en auge la cuestión de la educación ambiental, como una nueva meta para lograr el desarrollo sostenible.

Cincuenta años pasaron y la cosa no cambió mucho, si bien es cierto que, en los tiempos actuales hay una mayor “preocupación y conciencia colectiva” por los problemas ambientales (visibles y palpables), aún queda mucho por recorrer, lamentablemente con menos tiempo que hace 50 años atrás.

Frente a este escenario ¿qué herramienta robusta podría lograr un cambio en los paradigmas heredados de la modernidad y su visión mercantilista y colonizadora de la naturaleza?, aparece la educación ambiental.

Actualmente, la educación ambiental se posiciona como una herramienta efectiva adoptada por muchos países. Su meta principal es lograr que la población se involucre en la cuestión ambiental, mejorar la calidad de vida, tanto de las generaciones actuales como futuras.

Argentina bajo el lema “Hacia un nuevo contrato social de ciudadanía responsable”, puso en marcha la “Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral (ENEAI) que pretende ser “…el instrumento de planificación estratégica y, a la vez, una política pública nacional permanente y concertada que alcanza a todos los ámbitos informales, no formales y formales de la educación ambiental. Está dirigida a todas las edades, grupos y sectores sociales, con el fin de territorializar la educación ambiental mediante acciones en el corto, mediano y largo plazo, a través del despliegue de estrategias jurisdiccionales que permitan instrumentar y adecuar su implementación en el ámbito provincial y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a través de Estrategias Jurisdiccionales de Educación Ambiental Integral (EJEAIs)”.

Qué desafío nos queda para lograr una efectiva educación ambiental?, lo primero, no limitar solo y exclusivamente el tema a niños y niñas, la realidad muestra que las decisiones y acciones que más impactan al ambiente, no las toman ellos/as, sino los adultos.  Por otro lado, no se trata de teorizar problemas ni hablar de soluciones mágicas sin involucrarse en el problema y la solución, tampoco subestimar problemas preexistentes porque hay temáticas consideradas “más urgentes”. 

Pensar en lo ambiental es “tomar decisiones e involucrarse con las causas socio-ambientales”, no se trata de hacer un ambientalismo marketinero, me refiero en un sentido más amplio, a tomar decisiones, promover la apertura e inclusión de todos y todas en los procesos de toma de decisiones, lograr consensos colectivos y aumentar la justicia social ambiental, en definitiva el planeta es uno solo, nuestra supervivencia depende de cuánto lo preservemos. 

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